Entre la cordillera haitiana y las impredecibles aguas del mar Caribe, un paupérrimo pueblo costero con forma de flor: Edwidge Danticat nos mece con calma por la ternura, la tristeza y el resentimiento de Ville Rose.
Claire de Luz Marina es soñada, una noche, por su papás. Mientras Claire Narcis nada desnuda –con el vientre abultado– en un mar iluminado por la luna y peces plateados frente a los ojos enamorados de su esposo, le da nombre a su hija. Y así, a una novela melodiosa.
Esta no es la historia de Claire; es la historia del pueblo de Claire: abrumadoramente pobre, vulnerable y resiliente; víctima de la corrupción, de los crímenes y de su propio hábitat.
En este planeta moribundo, el idílico paisaje caribeño agoniza y golpea a los desclasados.
CLAIRE DE LUZ MARINA – EDWIDGE DANTICAT
«A unos 30 km de la capital, encajado entre una franja de las más impredecibles aguas del mar Caribe y la erosionada cordillera haitiana, el pueblo tenía forma de flor. Desde las montañas se veía como pétalos de una rosa. Su avenida principal hacía las veces de un tallo que unía el pueblo con el mar. Su pasajes se llamaban épines o espinas. Y el centro, los ovarios de la rosa».
En Ville Rose, tan romántico desde las alturas, viven 500 personas acomodadas o ricas y 10.500 pobres o pobrísimas.
Pescadores, campesinos (o ambas cosas), empleados golondrina en plantaciones de caña; o sin trabajo. En chozas protegidos por sus loas y pastores. Y en un suburbio infernal tomado por pandillas: drogadictos, criminales y gente honrada que sobrevive a las balas y al narcotráfico.
Bellísima ilustración de John Jay Cabuay para The Boston Globe que recoge la lírica de Danticat. La única hija de un pescador -viudo, angustiado por no poder cuidarla- observa desde la orilla los cerros atiborrados de casas de una precariedad indigna, las contadas mansiones enrejadas y la loma embrujada por esclavos fugitivos.
Frente a un panorama tan difícil, evitando el rencor y el dedo acusador –razones no faltan–, Edwidge Dandicat construye un libro coral con una extraña dulzura. En un escenario violento, injusto y lleno de carencias, se cuela un abanico cultural de creencias, tradiciones y costumbres.
En Ville Rosehabitan la ternura y el amor; el dolor y el resentimiento; las desgracias y la solidaridad. Violaciones, asesinatos, torturas y corrupción.
En este pueblo ficticio de Haití, los aguaceros solares de la tarde son culpa del diablo. Le pega a su mujer y se casa con su propia hija. Ambas lloran; y Dios, el sol, les seca las lágrimas.El canto de las ranas coquíes arrulla a los bebés. Y Erzulie Freda, la loa vudú favorita de la mamá de Claire, emociona a Nozias, ya sin el amor de su vida.
Claire de Luz Marina –sin referencias políticas ni a catástrofes específicas– suponemos que transcurre durante la década previa al devastador terremoto de 2010. Muy posiblemente, pocos de los personajes, de ser reales, sobrevivirían.
Un pequeño destino haitiano que no omite sus afectos y soporta estoico sus desdichas. Ama, sufre y resiste en las manos mágicas de Edwidge Danticat.
-MALENA FERNÁNDEZ
EDWIDGE DANTICAT
Danticat tiene trayectoria en ficción y no ficción; los lazos con Haití no están rotos, aunque viva en Estados Unidos desde los 12 años.
¿Es Claire de Luz Marina, también, un paraíso-infernal como el de la escritora Marie Vieux-Chauvet? Separadas por cinco décadas, Danticat escribe fuera del riesgo de los Duvalier. Resurge un nuevo Haití con ella: ni paraíso ni infierno, encontró su propia poética para unir ambos.
CLAIRE DE LUZ MARINA: LITERATURA VULNERABLE
Con Claire de Luz Marina asistimos a cómo la naturaleza antillana, parte central de su cultura y del imaginario de exhuberancia, se vuelve incapaz de dar sustento a su comunidad. Expulsa o mata. Ville Rose, tristemente, ejemplifica el círculo de miseria entre medio ambiente, los responsables de la pobreza estructural y los propios habitantes.
Haití, isla del Caribe en el camino de ciclones, ¿cómo puede no significar nada la geografía en la literatura? Cada historia de la novela de Edwidge Danticat absorbe el estrecho vínculo entre ambos. Imposible no hacer más de una lectura.
En Ville Rose no hay pesca en océanos contaminados, olas gigantes tragan vidas, los montes desforestados por los vecinos –para combustible o para construir casillas– ya no contienen las lluvias; los ríos desbordan, las inundaciones y los aluviones de lodo arrasan con barrios enteros desde las montañas y los desplazan hacia barriadas peligrosas; el calor anormal explota las ranas y anuncia calamidades; y una tormenta de granizo oculta gritos silenciados de socorro.
VILLE ROSE Y EL MAR
«A veces la ciencia de la naturaleza puede ser como el realismo mágico».* Edwidge Danticat.
«En un pueblo costero, todo el mundo, de alguna manera, está pegado al mar».
«A la gente le gusta decir del mar que no esconde suciedad. No guarda secretos. El mar es hostil y es dócil a la vez, el mejor bromista. Es tan grande como pequeño, siempre y cuando puedas guardar algo de él para ti. Se pueden esparcir flores y cenizas en el mar. Se puede tomar de él todo lo que uno quiera. Pero él también puede tomar algo a cambio.
Uno se puede acostar en el mar tan fácilmente como en el bosque; y simplemente quedarse dormido. Se puede hacer el amor en el mar y uno se puede rendir ante él.
Por extraño que pueda parecer, rendirse en el mar es parecido a hacerlo en la tierra, hay que inhalar profundamente y luego dejarse ir»,
Reflexiones de un joven de Ville Rose que sabe de secretos sucios y rechazos.
CLAIRE DE LUZ MARINA – GPS
Primavera del libro en Santiago de Chile: buena oportunidad para compras.
0 comments on “Claire de Luz Marina”