«No seas inhospitalario con los extraños, puede que sean ángeles disfrazados», decía George Whitman, dueño de la librería más famosa de París. En la capital francesa, frente a las torres y los monstruos de Notre-Dame, existe un micromundo donde se habla y se lee en inglés.
Shakespeare and Company: historia exprés. En los años 50 los libros olían a humedad, a papel y a cuero; y los ávidos de lecturas callejeaban buscando buenos textos. En esos tiempos, en París, abrió una mítica librería de lengua inglesa.
SHAKESPEARE AND COMPANY
LOS TUMBLEWEEDS
Los artistas y lectores eran muy bienvenidos en Shakespeare and Co.: para buscar, para pedir prestado y, también, para quedarse a domir. La tienda ofrecía un original sistema de «alojamiento literario». Quienes lo necesitaran recibían un cálido y sencillo hospedaje en modestas camas entre estantes desbordados de viejos tomos, a cambio de tres cosas: leer un libro por día, escribir una autobiografía de una página y ayudar en la tienda. Se llamaban tumbleweeds, y aún existen.
LA PRIMERA SHAKESPEARE AND COMPANY
El establecimiento actual del Barrio Latino no es la primera Shakespeare. Hace 100 años, en otra dirección, abrió la original; y su creadora fue Sylvia Beach. Ambas son legendarias. La tienda-biblioteca-centro cultural era famosa por la calidad de su colección y por su ambiente de artistas, hoy, prestigiosos.
La sociedad intelectual de angloparlantes franceses y de exiliados –Fitzgerald, Hemingway, Joyce, Eliot– frecuentaba lo de Beach y se reunía en una especie de cofradía.
En 1941, con la II Guerra Mundial y París ocupada por los alemanes, Sylvia cerró y nunca más abrió. Diez años después apareció la segunda Shakespeare, entonces llamada Le Mistral. Cuando murió Sylvia, el nuevo dueño la rebautizó.
Sylvia, además, fue la primera en publicar el Ulises de Joyce; un gran libro prohibido, incautado y quemado en la Inglaterra y los Estados Unidos de los años 20.
LA SEGUNDA SHAKESPEARE: LE MISTRAL
George Whitman, un norteamericano que amaba viajar, se fue a vivir a París y compró una antigua casona (un monasterio medieval) frente a Notre-Dame, del otro lado del Sena, y la pensó como una novela y cada habitación, como un nuevo capítulo.
El viejo caserón aún huele a madera, los pisos crujen, las estrechas escaleras de caracol dan paso a uno solo y de vez en cuando hay que bajar la cabeza para no tocar el techo.
Whitman, a los 98 años y con 50 de “librero”, falleció en el 2011. Su hija está a cargo del negocio, tratando de adecuarse a las circunstancias actuales sin perder el misticismo de antaño. Las célebres autobiografías de los personajes que durmieron allí están recopiladas en el “Archivo de George”. Con muchas historias valiosas por contar, en 2016 salió a la venta el libro de la tienda.
UNA TIENDA MUY ESPECIAL
Hoy, hay muchos curiosos y turistas de todo el mundo recorriendo las pequeñas y múltiples salas. Shakespeare and Company envuelve a los visitantes en una extraña atmósfera: estantes abarrotados hasta en los pasillos, camas donde puedes echarte a hacer lo que quieras, máquinas de escribir con su hoja lista para correr, escritorios que atestiguan momentos de inspiración, gatos ronroneando y hasta un piano que pide ser usado. Se puede ojear cualquier libro, llevar el propio o comprar. Al lado, se sumó un café.
Los tumbleweeds continúan existiendo: el lugar sigue acogiendo a viajeros lectores a cambio de trabajo y escritura.
En la entrada, encontrarán una antigua fuente de agua potable (1850) de los barrios pobres y un letrero que el frère lampier dejó antes de morir. Sus palabras recrean su espíritu y anticipan las sensaciones que dejará la visita. Sigue siendo la librería más hospitalaria del mundo.
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