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Francia Viajes

Visitar la Ópera de París

visitar la opera de París

Le dicen palacio aunque nunca vivieron reyes, la Ópera Garnier es fastuosa y despampanante. En las noches parisinas, este lujoso edificio congregaba a la crème de la crème. ¿Qué hacer en París? El Teatro Garnier.

Visitar la Ópera de París, para fanáticos de El fantasma de la Ópera, es un sueño cumplido, y más. Para el resto, un paseo que los llevará a los tiempos de la aristocracia parisina. Inspirado en el Salón de los Espejos de Versalles y, a su vez, inspirador de óperas de todo el mundo: el Palacio Garnier.

Foyer Teatro Colón, Buenos Aires, Argentina
Teatro Colón, Buenos Aires, Argentina
Cafe de la Paix en Paris
En pleno corazón de París, al lado del famoso Cafe de la Paix. Caminando o en metro. La Ópera de París con su cúpula verde se ve desde todos lados. La entrada, por el lateral izquierdo. Foto: Read&Fly

HISTORIA EXPRÉS DEL PALACIO GARNIER

En 1860 Francia tenía emperador y emperatriz; y la capital estaba llena de aristócratas que habían resistido a la Toma de la Bastilla y de burgueses que se habían enriquecido con la Industrialización. Napoleón III, que no era tan afín a las guerras como el tío (el Bonaparte más conocido), estaba más preocupado por la modernidad y la estética que por buscarse enemigos: quería que París fuera la ciudad más bella de Europa.

El Palacio Garnier es suntuoso, ostentoso y elegante: impresionante escalinata central, esculturas,  terciopelos rojos, lámparas con cristales, pinturas y mucho oro y mármol.

En veinte años, Bonaparte hizo volar casi todo lo que olía a Edad Media y transformó completamente la apariencia de la capital: calles asfaltadas, grandes avenidas, bulevares, cloacas, puentes, confiterías y nuevos edificios. Pensaba en una sociedad elitista que vestía de traje y circulaba en carruaje. Parte de la imagen actual del París elegante y sofisticado es surgente de esa época. La Ópera Garnier, también.

Galerías Lafayette de París
LA CREMA PARISINA DEL 1800. Garnier y Galerías Lafayette de París. No había familia de clase alta que se preciara de tal que no acudiera al Teatro para hacer lo que mejor sabía hacer: ver y dejarse ver.
Visitar el Palacio Garnier
Distinguidos messieurs, de gruesos bigotes, sombreros de copa y bastón, bajaban de sus carruajes a sentarse en el Café de la Paix. Mesdames con sus vestidos abultados recorrían las Galerías Lafayette. Un París que pueden imaginar en las pinturas de Antoine Blanchard.

VISITA A LA ÓPERA DE PARÍS

TICKETS. Según edad y exposiciones y alquiler de multimedia. Guiadas y audioguiadas (muy recomendables, se pagan aparte). También, tours vip –salas no abiertas a público en general–. Hay un recorrido sugerido (no obligatorio) que ocupa entre una y dos horas.

La visita empieza en la Rotonda de los abonados (bajo la cual, creían, habitaba el fantasma) El Palco N° 5 existe; si hay ensayo no se puede entrar (preguntar antes de sacar ticket). 

HORARIO. Importante chequear la página antes. Por ensayo o cuestiones técnicas pueden cerrar, tener horario especial o áreas inaccesibles (Auditorio y el techo de Marc Chagall, el Palco del Fantasma, etc.). Averiguando con tiempo, disfrutarán de toda la Ópera.

EXPERIENCIA DE VISITAR A LA ÓPERA DE PARÍS

La Ópera Garnier es ESPECTACULAR, te deja con la boca abierta. Conserva la pompa y la opulencia con que se la concibió; tiene una excelente acústica; y para quien conoce la obra El fantasma de la Ópera el misticismo está intacto. Buena alternativa a Versalles para estadías cortas, porque ocupa un par de horas, no hay que reservar ni lidiar con filas y millones de personas. Y es pleno corazón de París.

LA ÓPERA DE PARÍS EN EL ARTE Y LA LITERATURA

EDGAR DEGAS Y BLANCHARD

El pintor y escultor Edgar Degas frecuentaba la Ópera de París e inmortalizó a las jóvenes del ballet. Su “Pequeña bailarina de catorce años” es Marie, una niña con una triste historia en el Palacio Garnier.

EL FANTASMA DE LA ÓPERA

Bajo el suelo y el escenario del Teatro Garnier, el mismo donde transita el público visitante, habitaba un fantasma. O eso creía Gastón Leroux, el autor de la novela El fantasma de la Ópera. 

Las supersticiones que circulaban entre bambalinas, algunas desgracias reales y un lago subterráneo de la época en que se construyó el edificio (evitaba inundaciones) fueron usados en la historia.

 

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