Le dicen palacio aunque nunca vivieron reyes, la Ópera Garnier es fastuosa y despampanante. En las noches parisinas, este lujoso edificio congregaba a la crème de la crème. ¿Qué hacer en París? Visitar la Ópera de París. Un sitio espectacular no tan popular.

HISTORIA DEL PALACIO GARNIER
En 1860 Francia tenía emperador y emperatriz; y la capital estaba llena de aristócratas que habían resistido a la Toma de la Bastilla y de burgueses que se habían enriquecido con la Industrialización (la Revolución generaba máquinas y obreros y, también, a los dueños de las máquinas y de los obreros).
Napoleón III, que no era tan afín a las guerras como el tío (el Bonaparte más conocido), estaba más preocupado por la modernidad y la estética que por buscarse enemigos: quería que París fuera la ciudad más bella de Europa.
El Palacio Garnier es suntuoso, ostentoso y elegante: impresionante escalinata central, esculturas, terciopelos rojos, lámparas con cristales, pinturas y mucho oro y mármol.
En veinte años, Bonaparte hizo volar todo lo que olía a Edad Media (o casi todo) y transformó completamente la apariencia de la capital: calles asfaltadas, grandes avenidas, bulevares, cloacas, puentes, confiterías y nuevos edificios, destinados a una sociedad elitista que vestía de traje y circulaba en carruaje. Parte de la imagen actual del París elegante y sofisticado es surgente de esa época. La Ópera Garnier, también. No había familia de clase alta que se preciara de tal que no acudiera al Teatro para hacer lo que mejor sabía hacer: ver y dejarse ver.
Aristócratas y burgueses de fines del 1800, con mucho dinero y tiempo libre, circulaba por los alrededores de la Ópera Garnier. Distinguidos messieurs, de gruesos bigotes, sombreros de copa y bastón, bajaban de sus carruajes a sentarse en el Café de la Paix. Mesdames con sus vestidos abultados recorrían las Galerías Lafayette. Un Paris que pueden imaginar en las pinturas de Antoine Blanchard.

El pintor y escultor Edgar Degas, asiduo del lugar, inmortalizó a las bailarinas clásicas. Su “Pequeña bailarina de catorce años” es Marie, una niña del ballet de la Ópera Garnier. La madre era lavandera del teatro y prostituía a sus tres hijas. Cuando la joven se acostó con los hombres equivocados, la expulsaron.
EL FANTASMA DE LA ÓPERA
Bajo el suelo y el escenario del Teatro Garnier, el mismo donde transita el público visitante, habitaba un fantasma. O eso creía Gastón Leroux, el autor de El fantasma de la Ópera.
Las supersticiones que circulaban entre bambalinas, algunas desgracias reales y un lago subterráneo de la época en que se construyó el edificio (evitaba inundaciones) fueron usados en la historia.
VISITA A LA ÓPERA GARNIER
TICKETS. La admisión, entre 8 y 14 euros, según edad y exposiciones. Menores de 12 no pagan. Las audioguías multimedia -muy recomendables- cuestan 5 euros más y los tour vip -salas no abiertas a público en general-, 7 euros (12 para dos). Los pueden comprar directamente en el Teatro. Hay un recorrido sugerido (no obligatorio) que ocupa entre una y dos horas.
La visita empieza en la Rotonda de los abonados (bajo la cual, creían, habitaba el fantasma) El Palco N° 5 existe; si hay ensayo no se puede entrar (preguntar antes de sacar ticket).
HORARIO. En general, entre las 10 y 16.30. Es muy importante chequear la página antes porque por ensayo o cuestiones técnicas pueden cerrar, tener horario especial o áreas inaccesibles (Auditorio y el techo de Marc Chagall, el Palco del Fantasma, etc.). Averiguando con tiempo, disfrutarán de toda la Ópera.
→Página de la Ópera Garnier: operadeparis.fr
OPINIÓN SOBRE LA VISITA
La Ópera Garnier es ESPECTACULAR, te deja con la boca abierta. Conserva la pompa y la opulencia con que se la concibió; tiene una excelente acústica; y para quien conoce la obra El fantasma de la Ópera el misticismo está intacto. Buena alternativa a Versalles para estadías cortas, porque ocupa un par de horas, no hay que reservar ni lidiar con filas y millones de personas. Y es pleno corazón de París.

Vean la experiencia de Arquitectizada «liberando al Fantasma de la Ópera» → Inside Opera
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