Autoras para conocer el mundo: Cuba y Dainerys Machado Vento, una habanera ingeniosa, con cara de veinteañera, que parece haber recorrido un millón de años.
Entrevista a Dainerys Machado Vento. Me la presentó el algoritmo (no es un monstruo) de Instagram. Hablamos de Las noventa Habanas y de feminismo, sexo y ron en Cuba. Una conversación que aborda lo personal, lo cultural y lo político.
En la entrevista, Dainerys contó sus inicios feministas; la relación de los cubanos con su cuerpo y el papel que juega el ron en la isla.
FEMINISMO Y ABORTO EN CUBA
—La mayoría de tus cuentos están protagonizados por mujeres. ¿Te considerás feminista? ¿Cómo ves el feminismo en Cuba; si es que lo hay?
Sí me considero feminista y trato de serlo incluso en mi vida personal, cotidiana. Es más difícil ser feminista con las consecuencias de las acciones diarias que ser feminista en la literatura o en la investigación literaria. Soy, probablemente, más feminista en mi vida privada que en mi literatura.
ACTIVISMO: «TODO LO QUE ME HA APORTADO EL FEMINISMO ES BUENO»
Desde los 90, estaba Cuba Magín, un grupo de activistas mujeres que plantearon que en Cuba, a pesar de la inclusión que se había hecho con las mujeres, no se habían solucionado todos los problemas de machismo.
Decir que Cuba era un país donde la mujer tenía la misma posición del hombre era falso.
En los 2000 avanzados, en mis 20 recién graduada de la universidad, me acerco al feminismo, específicamente a través de Mirar Desde La Sospecha, otro grupo formado por tres mujeres que admiro mucho –Helen Hernández, Lirians Gordillo y Danae Diéguez–. No le tenían miedo a la palabra ‘feminismo’ y educaban en el qué es ser feminista quitando esta visión muy prejuiciada del feminismo como un espacio de violencia.
Mirar desde la sospecha era un proyecto basado en cultura y feminismo: conferencias, intervenciones sociales. Hablaban de la libertad, de la decisión de la mujer sobre su cuerpo; de la reivindicación del placer sexual; pero también de redes de solidaridad. Te ayudaban en la vida cotidiana, a buscar trabajo, a encontrar dinero.
FEMINISIMO EN CUBA: ¿QUÉ PASÓ?
En Cuba hay acceso al aborto desde los 60. Lo que se conocía como Gobierno Revolucionario lo legalizó como parte de la política de Salud Pública y creó la Federación de Mujeres Cubanas. Estas instituciones parecía que garantizaban la equidad de género.
La FMC se reunía en los barrios a coser ropa para la familia, a hacer delantales o a cocinar. Se basaba en un feminismo muy doméstico y eso se quedó inamovible.
Era como: «¡¿Qué están pidiendo ustedes de equidad de géneros si institucionalmente tienen derecho al aborto, pueden trabajar, tienen derecho al divorcio?!».
Lo que no se ha entendido en Cuba es que las sociedades cambian y que el concepto de DD.HH. como el de feminismo evoluciona.
Es necesario comprender las solicitudes de los nuevos feminismos. De todo ese diálogo y necesidades es de donde vengo y por lo que soy feminista.
—De todos modos, que en Cuba existan el divorcio y el aborto no es menor. En muchas sociedades todavía no tienen esos derechos.
Mis amigas en México les asombraba que en Cuba el aborto fuera legal. Había mucho acceso a la educación sexual. Lo triste es que, habiendo tenido todo eso en un momento tan avanzado, no evolucione. Generaciones enteras creciendo con esos derechos y tú no entiendes que esas generaciones también van a aspirar a más y se quieran parecer más a su tiempo.
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EL SEXO EN LA LITERATURA
—Dicen que los escritores no saben escribir sobre sexo; y pienso rápidamente en las escritoras del Caribe. En Las noventa Habanas hay erotismo, deseo y una vida sexual muy activa. Contabas en una entrevista que en Cuba se han prohibido muchas cosas, pero el sexo no; y que siempre hubo mucha libertad en cuanto al cuerpo y a la sexualidad. A la clásica, a la heterosexualidad.
¿El salir y vivir en otros lados [Miami, México] te dio alguna perspectiva a la distancia?
Creo que tiene que ver con lo que decías, cómo desde la distancia se empiezan a ver ciertas cosas de otra manera. Hablar en Cuba de sexo y de sexualidad es normal, y no porque estemos compartiendo detalles todo el tiempo.
Hay una relación muy corporal entre la gente; los amigos y las familias se abrazan, se tocan. De ahí también creo que se deriva una relación bastante abierta con la heterosexualidad.
Cuando me fui a vivir a México, vi que esa no es la norma cultural en los países. En el mismo México, en Oaxaca, o en otra zona del Caribe, la gente entiende un poco mejor esa relación con el cuerpo. Desde la ropa que usas hasta la forma en que le puedes hablar a tu amigo o amiga con la mano en el hombro.
Eso nos puede parecer muy natural a nosotros, pero esos gestos se sexualizan en otros contextos, porque no están habituados a esa forma de relación con el cuerpo.
Precisamente, por esa naturalidad, creo que en Cuba pasamos ese el límite para hablar de sexualidad. Esto [mano en hombro] no significa nada. Porque ese valor es de la amistad.
EL SEXO COMO EXPRESIÓN CULTURAL
Estoy segura de que habrá mucha gente que lo ha estudiado. Calor, Caribe, playa, sexualidad.
Tengo un grupo de WhatsApp con la gente del preuniversitario. Es normal que haya alguien que suelte un chiste o una alusión sexual y todo el mundo se ríe y no pasa nada. Son hombres y mujeres casados, y sus esposas y sus esposos disfrutan igual de los chistes que nos estamos haciendo. A medida que tomo distancia me doy cuenta de cuánto nos marca culturalmente y cuánto otras culturas no lo entienden.
Estuve casada con un mexicano. Hay un tipo de comunicación que a mí me llamaba mucho la atención. Entre los hombres mexicanos por momentos muy explícita y entre las mujeres otro tipo de comunicación. Cuando hablan unos con otros hay como un tercer código, con más distancia, más codificado. Sin embargo; para nosotros, no; para nosotros está todo como más claro.
La forma en que la sensualidad y la sexualidad está en Las noventa Habanas es la manera en que, culturalmente, creo que la mayoría de las familias cubanas la viven.
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EL RON
–En tu libro hay varios personajes con cierta «pasión» por el ron. ¿Qué representa el ron para Cuba?
El ron es la bebida, es el trago para nosotros. A veces es difícil de entender. Piensa en cualquier cosa que te guste y que haya 3, 4 marcas. En Cuba no; por décadas el ron ha sido uno y no tenemos relación con las marcas. Incluso si hay Havana Club o Ron Santiago, es el ron.
Mientras viví en Cuba, para mí el vino o el jabón era el que se podía conseguir en ese momento. Durante mucho tiempo se conseguía solo uno. Hablamos de un país donde las relaciones con estas variedades no existen.
El ron es la síntesis de todas las bebidas. Se toma en las montañas, los guajiros cuando terminan de trabajar y están cansados; en la ciudad, en las fiestas más sofisticadas. Y es la que viene buscando el turista que tiene dinero para comprar el ron más caro.
—Algunas bebidas tienen una función social. El ron, ¿individual o social?
Las dos. Y es identidad y es histórico. En los centrales azucareros que había por toda Cuba en su momento –no hablamos del 59, hablamos de la historia del cubano–, tenían sus espacios para procesar la caña de azúcar. Podías tener una pequeña productora de ron en el pueblo más alejado, en el centro del campo cubano o una gran fábrica supersofisticada en el centro de La Habana.
El ron estaba en todos lados y se afianzaba a medida que el cultivo de caña de azúcar también era importante. La bebida más fácil y más fina de la caña de azúcar es el ron (en el medio están el aguardiente y el aguamiel).
Es social porque la gente se reúne a tomar ron porque es barato. Y es individual porque es el trago que la gente se toma cuando está en su casa. Son generalidades, pero creo que hay una mayoría que cultiva gusto por el ron.
—Si lees un libro de Argentina, es muy probable que te encuentres con el mate; o en uno británico, con el té. El ron es parte de la esencia cubana y eso está en la novela.
También pasa con el café en el caso de Cuba, que también está en los cuentos. Los personajes toman mucho café. Lo que pasa es que el café te lo puedes tomar a cualquier hora y el ron, no.
—¿Es una bebida en niveles de adicción? ¿O el ron representa otra cosa y se maneja de otra manera?
Están las dos. En Cuba, con las crisis siempre aumentan los índices de alcoholismo. Y aumentan por el consumo de ron, que es muy muy barato. El alcohólico en Cuba no puede ser alcohólico con cerveza o vino porque los precios son muy caros.
Pero no quiere decir que todo el que tome tiene un problema. También es un acto social entre amigos. Por muchos años los cubanos cuando viajaban llevaban de regalo una botella de ron y algunos tabacos, que es la base de la identidad.
Creo que lo que somos los escritores, de alguna manera, está en los libros, por lo menos las experiencias que hemos vivido.
Las noventa Habanas habla de Cuba; y Dainerys actúa de guía local. ¿Qué tienen para decir las mujeres de su generación sobre los 90 en Cuba, el principal escenario del libro?
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